Las 4 claves para superar con éxito los retos actuales: VISUALIZAR, COCREAR, CRECER Y COMUNICAR

connectingbrains
8 min readSep 29, 2020

Tras las vacaciones más atípicas de nuestra vida, nos enfrentamos a una vuelta al trabajo repleta de retos. Regresamos con una sensación de incertidumbre, pero al mismo tiempo siendo conscientes de que nada como la emergencia y la necesidad para despertar nuestra creatividad y talento, gracias a los cuales hemos conseguido alcanzar unos niveles de resiliencia que jamás habríamos imaginado.

El escenario cambiante e impredecible de los últimos meses, nos ha entrenado a adaptarnos de forma continua a lo que iba emergiendo día tras día, haciendo evidente de forma incontestable que somos capaces de modificar nuestra manera de trabajar más allá de lo que nos hubiéramos creído.

Empresas que nunca habían teletrabajado han visto cómo toda su plantilla empezaba a hacerlo de un día para otro. Fábricas organizadas para producir lo mismo año tras año, han reconvertido en pocas semanas sus cadenas de producción para crear productos que nunca habían hecho antes. Servicios que siempre se habían ofrecido presencialmente han pasado a ser online… y así podríamos seguir con muchísimos más ejemplos.

A raíz de todas estas experiencias, vividas de forma imprevista y debido a necesidades apremiantes, hoy nos parece totalmente posible y hasta realista realizar cambios en nuestras organizaciones, ya sean pequeñas mejoras o transformaciones radicales.

Pero para hacerlo con éxito antes los nuevos retos, nuestra empresa va a tener que entrenar, cultivar, practicar y utilizar algunas habilidades clave: saber visualizar el futuro, cocrear generando valor, crecer evolucionando y comunicar con impacto.

Visualizar el futuro

Frente a un horizonte tan incierto, se hace aún más necesario construir una visión de futuro lo más clara posible para nuestra organización.

Visualizar el futuro significa crear una imagen compartida de cómo nos gustaría que fuera nuestra empresa a corto y medio plazo. Qué habremos logrado en este periodo de tiempo, cómo estaremos posicionados, qué productos y servicios estaremos ofreciendo, etc. Construir de antemano esta visión es imprescindible para que tome forma en la realidad y para alinear, cohesionar y motivar, a todo el equipo que la va a hacer posible.

Pero esta visión no se puede construir sin antes confirmar o volver a definir cuál es el propósito de nuestra organización: para qué existe, cuál es su razón de ser, qué quiere aportar a la sociedad. A veces se confunden visión y propósito, aunque se trate de dos conceptos muy diferentes.
Un ejemplo: la visión de una empresa del sector de la alimentación podría ser: convertirse en 3 años, en el referente del sector por la calidad de sus productos, con la apertura de 20 fábricas, en 15 países y con una plantilla de 1000 empleados.

En cambio, el propósito de esa misma empresa, podría ser: “lograr una sociedad más sana y feliz gracias a una alimentación saludable”. La visión es concreta, es una imagen, una fotografía del futuro. El propósito es abstracto, es un concepto, la finalidad que tiene nuestra organización. La visión varía en el tiempo, a medida que se va alcanzando, va evolucionando. El propósito, en cambio, no se transforma y nos marca el camino. Lo que tienen en común visión y propósito es que para construirlos hay que “pensar en grande”.

Ninguna visión y ningún propósito pueden inspirar o actuar como precursores de la motivación y el compromiso de un equipo de personas si no son ambiciosos, importantes, potentes. En este momento de cambios profundos y acelerados que vivimos, es necesario tener claros la visión y el propósito de nuestra organización.

Cocrear generando valor

Esta crisis nos está demostrando con toda certeza que la cooperación, la colaboración y la cocreación constituyen las mejores vías para enfrentarnos a la complejidad de los retos del presentes y futuros.

¿Cuáles son las diferencias entre los 3 conceptos?

Cooperar significa compartir un mismo objetivo, remar en la misma dirección. Pero no implica trabajar juntos o crear una sinergia real entre nuestras acciones. Podemos cooperar desarrollando cada uno tareas diferentes, en ámbitos distintos, de diversas maneras. Cooperar en algunos contextos puede simplemente querer decir que dado un objetivo, de qué modo se reparten las tareas correspondientes entre un grupo de personas.

Colaborar, por otro lado, no implica necesariamente compartir un mismo objetivo, pero sí indica un intercambio de valor entre partes que permite, a una o a todas ellas, alcanzar sus metas. Se puede colaborar puntualmente o a largo plazo, con otras personas, otros equipos, otros departamentos, otras empresas, u otros sectores, intercambiando información, conocimientos, medios, recursos, etc.

Cocrear, en cambio, es donde la magia tiene lugar. Para cocrear es necesario cooperar (compartir objetivos) y colaborar (intercambiar valor) y aun así no es suficiente. Cocrear es entrar en una dimensión en la que los participantes son capaces de aparcar sus propios modelos mentales, de dialogar con autenticidad, de escuchar en profundidad y, juntos, dar vida a algo inesperado, que trasciende de forma sorprendente lo que cada uno por separado hubiera sido capaz de crear y alcanzar. Cocrear es activar la inteligencia colectiva y, de este modo, superarnos.
Cocrear no es sencillo, ya que depende de la capacidad de cada uno de estar presente, de atender a los demás y de contribuir al diálogo, con mente abierta, generosidad y humildad.

Para cocrear es necesario un contexto adecuado, el compromiso imprescindible de los participantes y la figura clave del facilitador, que es quien diseña y dinamiza las sesiones de cocreación, garantizando que emerja el valor al cual se aspira. Frente a la complejidad de los retos actuales, la cooperación y la colaboración no son suficientes. Solo y únicamente la práctica de la cocreación puede marcar el camino para alcanzar nuestra visión de futuro.

Crecer evolucionando

Los últimos meses vividos han puesto en discusión muchas de nuestras creencias. En teoría el ejercicio del cuestionamiento debería ser una práctica habitual en toda organización, y en todo momento, para poder garantizar su evolución continua. Pero en realidad, el ritmo frenético del día a día deja muy poco espacio para el “parar y pensar” en ¿Cómo progresar hacia nuestra visión? ¿Cómo alcanzar nuestro propósito? ¿Cómo generar valor?

Desde la perspectiva de la Innovación Centrada en las Personas (Customer Centered Innovation), para que una organización pueda evolucionar tiene que ser capaz en todo momento de aportar valor a sus equipos, sus usuarios y sus clientes. Para lograrlo tiene que saber detectar sus necesidades, aspiraciones, dificultades y frustraciones. Y, en definitiva, tiene que saber cómo identificar y volver a definir sus retos.

En el ámbito del Diseño Centrado en las Personas (Human Centered Design) hay muchas formas de trabajar y diferentes marcos que nos ayudan a recorrer este camino. El Design Thinking nos proporciona maneras para “empatizar” con nuestros usuarios, generar ideas, prototiparlas y testearlas de forma cocreativa e iterativa.
El Diseño de Servicios nos ayuda a diseñar la experiencia de los clientes, el modelo de organización y de negocio que la sustenta, con el fin de aportar valor a las personas y a la sociedad.

En estos momentos, nuestras necesidades, personales y colectivas, han sufrido cambios importantes. Esto nos obliga a repensar y volver a definir nuestras propuestas de valor, para seguir creciendo y evolucionando.

Comunicar creando impacto

Durante los momentos críticos que hemos vivido, la capacidad de nuestra organización para comunicarse, tanto internamente con sus equipos como con sus clientes y usuarios, ha sido fundamental para seguir adelante.

Una organización capaz de crecer y evolucionar, avanzando hacia su visión, tiene que ser capaz de saber comunicar con impacto sus retos, sus logros, su cultura y sus propuestas de valor tanto a nivel interno como externo.

Comunicar, en sí, es simplemente hacer partícipe a otra parte de algún contenido, información o asunto, pero este hecho no garantiza que la otra parte lo comprenda, lo interiorice o lo recuerde. La comunicación sólo es realmente eficaz cuando consigue generar una conexión entre quien lanza el mensaje y quien lo recibe. Para lograrlo, al margen de construir y seleccionar con rigor y cuidado nuestros contenidos, podemos aprovecharnos de tres recursos muy poderosos: el pensamiento visual, el storytelling y la interacción.

El pensamiento visual o Visual Thinking es una forma para organizar conceptos de forma visual que mejora nuestra habilidad de comunicar y de desarrollar ideas. Permite, por un lado, generar con más facilidad nuevas ideas y llegar a la esencia de un problema, y por el otro capturar la atención de nuestra audiencia y lograr generar un impacto muy significativo. Todo esto sucede debido a que la visión es una función fundamental para nuestro organismo, a la cual el cerebro destina el 50% de la corteza cerebral. De este modo, no nos debe sorprender que recordemos el 80% de lo que vemos (mientras que solo recordamos el 20% de lo que oímos).

El pensamiento visual se puede practicar aprovechando gran cantidad de herramientas útiles: desde el dibujo en directo, a mapas mentales, infografías, esquemas visuales, ilustraciones, animaciones, vídeos, etc. El valor del Visual Thinking reside en proporcionarnos herramientas para sintetizar y clarificar los complejos conceptos que caracterizan cualquier temática a la que nos enfrentamos hoy en día.

El storytelling es el arte de transmitir un mensaje narrándolo mediante una historia. Los cuentos, las fábulas y los relatos son parte de nuestras vidas desde la primera infancia, y de la misma humanidad desde los tiempos más remotos. Tienen un inmenso poder para llegar a diferentes niveles de nuestra conciencia, hasta conectar con las partes más profundas de nuestra alma.

Existen técnicas de storytelling que, haciendo uso de estructuras arquetípicas y universales, permiten generar un gran impacto emocional en nuestra audiencia. Actualmente no podemos prescindir de este recurso para captar la atención de nuestro interlocutor y conectar en profundidad con él.

Por otro lado, la transformación digital y el auge de las RRSS han ido acostumbrando a las personas a interactuar continuamente con quien envía o comparte algún contenido, a veces, hasta el punto de participar en su creación.

La interacción se ha convertido en un elemento básico de la comunicación. La comunicación tradicional, en la que el receptor del mensaje tenía un papel muy pasivo, está ampliamente superada y es, hoy por hoy, del todo ineficaz.

Actualmente, comunicar, sea con nuestro equipo interno, con nuestros clientes o usuarios, o con quien sea, quiere decir construir un espacio de conversación e interacción, donde todas las partes tienen la posibilidad de expresar su visión y lo que sienten en relación al contenido compartido.

En un momento de cambios continuos, como el que estamos viviendo, mantener vivo el diálogo, la escucha y la interacción, es fundamental para seguir apoyando y aportando valor a nuestra comunidad.

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